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DISFRAZADO DE HIJO

Publicado: 2009-09-06

La relación entre BD y yo es compleja. No la logro descifrar ni mucho menos catalogar.

Nos conocimos hace mas o menos seis años y no fue un amor a primera vista sino a segunda.

El día que me lo presentaron él jugaba con sus hermanos y hermanas y no me llamó la atención posiblemente porque no era muy agraciado. Mas bien yo le había puesto el ojo a su hermano Fabrice al que encontré elegante y bellísimo.

Pasaron varias semanas durante las cuales no dejé de pensar en este hermano de belleza avasalladora. Decidí visitarlos nuevamente con la convicción de que ese día me iría con él pero cuando llegue al departamento donde se estaban quedando fue BD quien corrió a recibirme. Nuevamente lo encontré un tanto feito pero esta vez noté su mirada pícara que me jaló una sonrisa. Sin embargo yo estaba determinada a salir de ese lugar con Fabrice así que me dirigí a donde el descansaba. Estaba acostado en el sofá. Su cuerpo parecía esculpido por Rodin. Era perfecto y parecía que él lo sabía porque sin salir de la pose en la que estaba levantó la cabeza y me miró con soberbia. Yo, sutil y respetuosamente, traté de relacionarme con él pero pasaban las horas y a Fabrice parecía que lo único que le importaba era que su estimado cuerpo se mantenga en perfectas condiciones mediante el reposo. En pocas palabras no me daba bola.

Mientras tanto estaba BD deshaciendose por llamar mi atención y verdades sean dichas, me divertía.

Se comenzó a hacer tarde y yo no quería pecar de imprudente pero a la vez había estado tan obsesionada con Fabrice que decidí hacer un último intento. Es increíble cuan poderosa puede ser la belleza. El deseo de poseerla o de tenerla al lado nuestro es tal que aunque no recibamos nada más a cambio e inclusive sea aburrimiento lo que obtengamos, insistimos.

Me acerqué a Fabrice y con el cuidado con el que manipularía a una filigrana lo toqué. El me miró con asco y salió vociferando del cuarto. Me quedé helada. De pronto sentí una presencia cálida a mi lado. Era BD que me miraba con dulzura y que se ofrecía como premio de consuelo. Me dije a mi misma que uno no los escoge sino que ellos a uno y resignada salí con él.

Durante el camino BD estuvo algo tembloroso. De cuando en cuando me miraba casi pidiendo auxilio pero luego orgulloso se asomaba por la ventana y pretendía estar fresco como una lechuga. Cuando entramos a mi departamento él aún estaba tímido y podría jurar que hasta temeroso. Caminaba cauteloso y parecía estar tazando cada rincón. Poco a poco se fue apoderando de el y al terminar la noche parecía que había convertido mi territorio en suyo totalmente. Esto me desconcertó. Me sentí invadida y más cuando se metió a mi cama, todo sucio, sin que yo estuviera preparada para recibirlo. Me fui a dormir fastidiada pensando que quizás había sido una mala idea traerlo.

Los días siguientes fueron extraños. Yo continuaba sintiendo que BD era invasivo pero a la vez esta confianza en sí mismo era algo que yo admiraba en un ser y hasta envidiaba y fue por esto que no pasó mucho tiempo para que no solo me acostumbre a su presencia en mi casa y en mi vida sino que se torne en el mi motivo principal de existencia.

Era fascinante ver como iba experimentando y aprendiendo. Era audaz, travieso y las cosas parecían no costarle demasiado. Cada palomillada era celebrada por mí y así fue como se dio cuenta que yo tenía un fuerte instinto maternal y que él me lo activaba pero sobre todo que ese instinto tenía mas que ver con dar amor y protección que con dar disciplina. Conciente o inconcientemente, decidió aprovecharse de esto.

Hoy es dueño y señor absoluto de este hogar. Los muebles de la casa se han convertido en sus juguetes, los ha transformado en los bosques encantados por los que posiblemente quisiera correr.

Todas las ventanas están protegidas para evitar que se lance por ellas creyéndose el hombre araña o cualquier otro super héroe.

El come tres veces al día pero cuando yo llego cansada y hambrienta en la noche, él se sienta en un banquito al lado mío y exige que le de de mi comida. Yo la pruebo antes para asegurarme que no esté ni muy fría ni muy caliente, ni muy condimentada ni con algún sabor que pueda fastidiarle. Luego la come él y a veces me deja sin pescado, carne o pollo.

Cuando tiene ganas de jugar o siente que no le he dado la atención que él requiere pues recurre a actos violentos como empujar vasos de vidrio llenos de líquido al suelo. Lo mismo hace con los floreros. Le encanta verlos caer, romperse en mil pedazos y sobre todo se regocija al verme en cuatro patas, agotada y adolorida, limpiando sus destrozos.

Intento regañarlo pero sus cejas enormes y despeinadas, parecidas a las de mi padre, me derriten y por parecerse a él, lo perdono.

Son pocas las noches que logro dormir de corrido. La mayoría él se despierta en la madrugada y como se siente aburrido me despierta para que lo atienda o entretenga. Su propósito creo es, mas que sentir algo, hacerse sentir. No entiende o mas bien no le importa que mi cuerpo no puede funcionar adecuadamente sin siete horas de sueño. Me inca o muerde hasta que el dolor me hace rebotar de la cama y hacerle caso. Nos empujamos y terminamos a manazos. Yo me pongo roja de cólera y así es justamente como a él le gusta verme. Cuando tuvo lo que quiso se echa nuevamente sobre mi y cae en un sueño profundo mientras yo me quedo con insomnio.

Es celoso y aunque también es sociable y le gusta que vengan invitados a la casa, no puede perder el protagonismo. Para sentirse que el sigue teniendo el poder hace cosas como lamer cada aceituna del piqueo sin que las visitas se den cuenta y cuando ve que ellos se las comen ignorando que ya han pasado por su lengua lijosa y mal oliente, entra en carcajadas y me mira esperando que yo haga lo mismo, y pues en silencio, lo hago.

Hay días en que siento que no puedo atenderlo como el desea y para no sentirme mal hago algo terrible. Le doy de esa hierba que le encanta, que lo estimula, que lo ensimisma. Durante el tiempo que está bajo su efecto no me necesita y yo puedo descansar sin que el sienta que estoy defraudándolo.

Hace unos años desapareció por un día. Fueron 24 horas espantosas. Por mi cabeza pasaba todo ¿Habrá sufrido un accidente? ¿Y si lo han secuestrado? ¿Se habrá metido en una pelea? O lo más temido ¿Se harto de mí y ya no me quiere? Quise pensar que simplemente era su naturaleza, la de no estar mucho tiempo en un lugar, la de no apegarse a nada ni a nadie y justo cuando estaba aceptando esta posibilidad, regresó. No dió explicaciones, solo pidió que le cure el corte en la pierna, que le dé de comer y que lo llene de besos y caricias. Hasta el día de hoy no se donde estuvo ni porque se fue. Sé que por el bien de nuestra no equitativa relación es mejor que no haga preguntas.

Desde ese día tengo, sin embargo, una sensación de que no se quien es ni porque le tolero tantas cosas.

Cuando hay mucha oscuridad él se abstrae, se ausenta y sus pupilas se dilatan. Se vuelven huecas y se convierten en túneles que presiento podrían llevarme a un lugar donde me mostrará quien es él, que quiere de mi y cual es el propósito de él en mi vida pero creo que los túneles son tan largos que nunca llegaré a ese lugar. Antes de hacerlo sus pupilas-túneles se contraen, se reducen y me expulsan nuevamente a este mundo en donde yo vivo para servirlo y amarlo sin cuestionamientos.

 


Escrito por

pachi valle riestra

mujer peruana de 42 años, bailarina, coreografa, maestra de danza. Además y aveces...jurado de programas concurso de baile en la televisíon, sin ser actriz ha actuado en la televisión y en teatro, sin ser escritora escribe porque la hace feliz, caminante porq


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