#ElPerúQueQueremos

¿Y ahora qué?

Publicado: 2009-06-22

Sábado 20 de junio. 7.20 p.m. La función está por comenzar. La última función. Todo acaba hoy. Luego de 5 meses maravillosos de proceso creativo (hasta me atrevería a decir que ha sido el mejor proceso de mi vida) todo acaba hoy.

El teatro se comienza a llenar. Desde la cabina veo las cabecitas que van tomando los asientos. A las 7.45 está totalmente lleno. La luz comienza a bajar. Llamo a camerinos a avisar que estamos listos. Siento una vez mas ese delicioso escalofrío que recorre mi columna, las palpitaciones, maripositas en el estomago y mi cuerpo se comienza a calentar. Los cachetes los siento hirviendo y sé que mi pelo se está erizando segundo a segundo (¡al finalizar la función mi melena estará gigante!).

Walter y yo nos damos el último apretón. 3, 2, 1, comienza la función.

Durante la siguiente hora y cinco minutos, ni un segundo de distracción. Veo admirada y orgullosa los cuerpos encendidos de los bailarines, entregados, creciendo en escena, creyendo totalmente en lo que hacen, sudando, cautivando, viviendo plenamente.

Pienso que quiero morir haciendo esto, que si algo define a mi vida es esto.

La música de Duke Ellington comienza a sonar. Es la última del espectáculo. Tengo un nudo en la garganta, me resisto a que termine pero obviamente los finales no esperan y cuando menos me doy cuenta ya estoy yo también parada en el escenario agradeciendo. Los aplausos, los silbidos, uno que otro grito. Me quedaría ahí eternamente pero tengo que correr. Así es, en este día tan y tan especial debo correr al programa de televisión en el que trabajo. Antes de partir abrazo a los bailarines y a Denise. Quiero decirles que los adoro que me han hecho muy, muy feliz. Las palabras bonitas cuando me salen vienen acompañadas de llanto así que me las aguanto. Corro hacia la movilidad que me espera, veo algunas caras contentas que salen de la función pero yo ya estoy vía canal 4.

Una vez ahí a maquillarse, a cambiarse, a recibir las indicaciones de la noche. “Un whisky por favor” pido. Y ya estamos al aire. ¿Como puede uno cambiar el switch tan rápidamente? Yo no puedo. Mi cabeza sigue en la última función de Corpus Breve. “Otro whisky”. El programa va transcurriendo sin mayores acontecimientos y mi cabeza está ahora en encontrarme con mi gente para festejar y bailar y bailar y bailar hasta caer rendida. Los participantes en escena se esfuerzan, lloran, ríen, se abrazan, le agradecen a Dios. Me pego pensando en que pasa con toda la energía emocional que producimos los humanos…antes de distraerme demasiado ya me estoy tomando el tercer whisky y el programa acabó.

Cecilia y su mercedes negro me dejan a toda velocidad en la calle Berlín donde me encontraré con mi adorado Walter y algunos de los voluntarios que apoyaron en Corpus Breve.

Los encuentro sentados tomando. Walter me recibe con un chop que me lo trago de una. Yo no puedo estar sentada así que me lanzo a la pista de baile. Reggeaton, merengue lo que sea pero a bailar. Es lo único que me salvará de la pena que me producen los finales. Una vez mas el baile me salvará. Más chela. Voy sintiendo como una ola depredadora se apodera de mí y veo frente a mi a un guapo bouncer. Lo invito a bailar pero me dice que esta trabajando y no puede. Antes de que fiche a una nueva “victima” un hombre me saca a bailar. Ni le veo la cara, total lo que yo quiero es bailar y sentir un cuerpo que baila conmigo. Comenzamos a girar. Me agarra fuerte. Siento su mano acercarse a mi nalga izquierda. Adrede dejo que la chela de mi vaso le moje los zapatos. Es hora de cambiar de cuerpo. Veo frente a mí a una sonrisa simpática. Lo invito a bailar, más chela y nuevamente cuerpo a cuerpo comenzamos a girar. Este me cae bien pienso. Su torso musculoso me acoge, me siento bien pero comienza a hablar. No quiero escuchar palabras hombre dulce. Le explico que tengo novia, me dice que lo sabe y nos despedimos.

Es hora de irme a darle el encuentro a los bailarines, a Denise a la gente que realmente quiero y me quiere. Ahí están casi todos. Mas chelas, abrazos, lagrimas, agradecimientos, deseos de seguir trabajando juntos. Me siento feliz…y lloro.

El domingo me levanto a las 10.50 a.m. El dolor de cabeza no me deja dormir más. Estoy sola en la cama. Ella ya partió a México. El silencio es enorme, Mi cuerpo hinchado por tanto alcohol no se puede mover. Un pito sutil pero agudo me atraviesa de oreja a oreja. Es lo único que se escucha. Mis gatos parecen darse cuenta de cuan desvalida me siento y se echan sobre mi pecho y mi panza para impedir que el vacío se apodere totalmente de mi. Lo único que se viene a mi mente una y otra vez es la pregunta ¿y ahora que?

Hoy lunes me siento descansada. Me he levantado lista para enfrentar una nueva etapa. No se cual será ni como vendrá. Por lo pronto será buena comenzarla ordenando la casa, botando la basura acumulada, guardando los recortes de papeles periódicos, reciclando las botellas de vidrio, sacando la comida ya casi podrida de la nevera, lavando la ropa acumulada. En un rato llamaré a sacar cita para una limpieza facial, para un reacondicionamiento de pelo, para que el doctor Mesarina me inyecte las rodillas, para que el doctor Mariategui me haga el papanicolao. Iré al mercado a comprar comida sana, tomaré mucha agua, le comparé los regalos atrasados a mis padres, gozaré de la visita de mi hermana en Lima, compraré flores para reencontrar la paz y retomaré la novela Madre que estás en los Cielos. Con eso dejaré mi etapa egocéntrica. Dejaré de ser la protagonista del cuento para sumergirme en la vida de otros.

Que rico y que alivio………


Escrito por

pachi valle riestra

mujer peruana de 42 años, bailarina, coreografa, maestra de danza. Además y aveces...jurado de programas concurso de baile en la televisíon, sin ser actriz ha actuado en la televisión y en teatro, sin ser escritora escribe porque la hace feliz, caminante porq


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